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El estreno del Ballet Estatal de Hesse fascina en el Teatro Estatal.
Un ritual palpitante, una atracción arrebatadora y un público que apenas se atreve a respirar durante una hora: con el estreno de “Corps de Walk”, el Ballet Estatal de Hesse en el Teatro Estatal de Darmstadt ha llevado a escena una velada que electriza, abruma y al mismo tiempo conmueve profundamente.
Danza entre lo individual y lo colectivo
“Ritual e embriagadora”, así describió el dramaturgo Lukas Hermann la obra de Sharon Eyal y Gai Behar antes de la función, y eso fue precisamente lo que fue. La coreografía despliega una tensión mágica entre el individuo y la multitud, entre el éxtasis controlado y la precisión absoluta.
En oleadas de energía tecno-rockera, los cuerpos se funden en un organismo palpitante, se disuelven de nuevo y se recombinan. Los bailarines se mueven con una energía hipnótica, siempre fluida y perfecta, sin casualidades. Erotismo, ritmo, éxtasis y disciplina: en esta interacción emerge un ritual coreográfico que se renueva con cada movimiento.
Un sonido que fusiona la música techno y la clásica.
El compositor Ori Lichtik , colaborador habitual de Eyal, entrelaza ritmos techno pulsantes con estructuras de sonoridad clásica. No se trata de una banda sonora de fondo, sino de un impulso vibrante que mueve el cuerpo hacia adelante. Música, luz y movimiento forman una unidad casi imposible de describir con palabras.
El público en la sala principal del Teatro Estatal de Darmstadt experimenta cómo el techno y la danza, el trance y el teatro se combinan para formar una obra de arte total: un ritual que se repite una y otra vez y que aparentemente no conoce fin.
Andrógino, concentrado, ilimitado
Solo al observar con detenimiento se distingue el género de los bailarines. El vestuario, las máscaras, la iluminación: todo altera la percepción. Las lentillas blancas, que el dramaturgo Hermann mencionó en su introducción, intensifican la expresión casi sobrenatural. Los cuerpos se convierten en proyecciones, símbolos de un movimiento colectivo.
Los bailarines realizan proezas sobrehumanas: una hora de concentración absoluta, control total del cuerpo y movimiento continuo. Ni un instante de descanso, ni una respiración sin participar activamente.
El efecto: El público entra en una especie de trance. Se desarrolla una fascinante interacción entre secuencias arrebatadoras y momentos de tranquila reflexión, una sensación que cala hondo.
De Jerusalén a Darmstadt: un lenguaje universal
La coreógrafa Sharon Eyal , nacida en Jerusalén, incorpora a su obra las vivencias de una ciudad donde confluyen culturas, religiones y contradicciones. Esta complejidad emocional se refleja en su arte: sus movimientos son a la vez íntimos y colectivos, sensuales y espirituales.
«Corps de Walk» fue creada en 2011 para la compañía noruega Carte Blanche y hoy se considera una de las obras más emblemáticas de Eyal. El Ballet Estatal de Hesse presenta ahora esta obra con impresionante precisión e intensidad, en una reposición con diseño de iluminación de Alon Cohen y música de Ori Lichtik .
Quienes asistieron al Teatro Estatal de Darmstadt aquella noche vieron algo más que danza. Experimentaron lo que sucede cuando cuerpo, sonido y luz se funden en un único ser palpitante.
Próximas funciones:
Staatstheater Darmstadt, Escenario Principal – Ballet Estatal de Hesse.
Coreografía: Sharon Eyal y Gai Behar.
Música: Ori Lichtik.
Iluminación: Alon Cohen / Henry Rehberg.
Duración: aprox. 60 minutos.
Ulrich Diehl, editor de Darmstadt y editor de varias revistas y diarios como "Kulturnachrichten Darmstadt und Südhessen", vio la obra:
Imagen destacada: Foto: Uli Diehl (uldi)
El estreno de “Corps de Walk” fue ritualístico e embriagador…
Lukas Hermann, dramaturgo del Ballet Estatal de Hesse, describió la pieza "Corps de Walk" en su introducción previa al estreno como ritualística e embriagadora… Y
eso fue precisamente lo que fue. La diversidad rítmica, los bailarines y los detalles cautivaron al público.
La pieza exploró la tensión entre el individuo y el colectivo, y el erotismo de la multitud fue palpable de principio a fin.
La música techno y la clásica se fusionaron en un ritual que se repite y que nunca terminará.
Los bailarines eran verdaderamente oníricos… aunque a ninguno se le permitía serlo; necesitaban una concentración absoluta durante una hora completa. Una locura total.
Solo al observar con detenimiento se podía discernir el género de las figuras que bailaban en el escenario… las lentillas blancas no eran visibles desde la séptima fila, pero la mención de Lukas Hermann en su introducción demuestra la meticulosa atención al detalle de la pieza.
El maquillaje, el vestuario y la iluminación centraron la mirada y la expectación del público por completo en los cuerpos de los bailarines en el escenario.
La coreógrafa Sharon Eyal nació en Jerusalén, una ciudad donde conviven personas y religiones de una diversidad sin precedentes en el mundo.
La intensidad emocional de esta fascinante ciudad era palpable, incluso en el escenario del Teatro Estatal de Darmstadt.
El público quedó cautivado y absorto durante una hora, inducido por la representación teatral…
Uli Diehl