Cooperación entre ciencia e industria: Una mirada al Laboratorio de Química Junior
La Dra. Andrea-Katharina Schmidt (TU Darmstadt) y el Dr. Thomas Eberle (Merck) conversan con Alexander Götz, DA.news
El Laboratorio de Química Juvenil de la Universidad Técnica de Darmstadt demuestra lo práctica y emocionante que puede ser la ciencia. En colaboración con Merck, alrededor de 2500 estudiantes experimentan allí cada año, desde su primer contacto con las reacciones químicas hasta complejos temas de sostenibilidad. La Dra. Andrea-Katharina Schmidt, jefa del Laboratorio Juvenil, y el Dr. Thomas Eberle, director de los programas MINT* de Merck, explican en un debate cómo esperan inspirar a los jóvenes a interesarse por la ciencia a través del trabajo práctico, las tecnologías modernas y temas de relevancia social.

Dr. Schmidt, Dr. Eberle, ¿cómo surgió el Laboratorio de Química Junior?
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
En aquel momento no trabajaba en la TU Darmstadt, pero el laboratorio surgió de una visión compartida entre Merck y la TU Darmstadt. Juntos, desarrollaron la idea de crear un lugar donde los jóvenes pudieran experimentar la investigación de primera mano, con equipo profesional y en condiciones seguras. Paralelamente, ya existía una estrecha colaboración estratégica entre la TU Darmstadt y Merck en los ámbitos de investigación, investigación juvenil y educación. Así, el Laboratorio Juvenil se convirtió en un vínculo visible entre escuelas, universidades e industria.
Dr. Thomas Eberle:
Exactamente. Merck y la TU Darmstadt llevan muchos años colaborando estrechamente en investigación, becas y premios. En un momento dado, quedó claro: teníamos que hacer algo por la próxima generación, y no solo durante sus estudios. Así nació el Laboratorio Júnior de Merck y la TU Darmstadt como proyecto educativo conjunto, y desde entonces se ha convertido en un auténtico éxito.
¿Cuáles son sus objetivos con el Junior Lab? ¿Se trata de promover el talento joven, comunicar la ciencia o ambas cosas?
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
Ambas. Por un lado, buscamos despertar el interés por la ciencia y, por otro, promover el pensamiento científico. Los estudiantes deben comprender que la química no es algo abstracto, sino que tiene una relevancia directa en su vida cotidiana. Demostramos que el conocimiento químico puede utilizarse para resolver problemas, desde cuestiones energéticas hasta sostenibilidad.
Dr. Thomas Eberle:
Merck prioriza la educación. Queremos brindar a niños y jóvenes acceso sin barreras a la ciencia. El día de laboratorio es gratuito para las escuelas y se proporcionan todos los materiales. Esto es importante para nosotros porque crea una verdadera igualdad de oportunidades, independientemente de si la escuela tiene un presupuesto grande o pequeño.
¿Hasta qué punto está Merck involucrado en el trabajo en términos de contenido y concepto?
Dr. Thomas Eberle:
Las operaciones diarias en la TU Darmstadt son completamente autónomas. El trabajo científico y docente lo llevan a cabo los expertos de la universidad, lo cual es positivo. Nos consideramos más bien socios estratégicos: brindamos apoyo financiero, intercambiamos ideas regularmente sobre temas más amplios y aportamos ideas, por ejemplo, sobre sostenibilidad o responsabilidad social. Sin embargo, el contenido se crea en la universidad.
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
Esta independencia es crucial. Compartimos muchos intereses en temas como la sostenibilidad y la digitalización, pero la implementación didáctica es nuestra responsabilidad. Es una relación muy abierta y de confianza.
Mencionaste la sostenibilidad. ¿Qué papel juega en la vida cotidiana del laboratorio?
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
Un tema muy importante. La sostenibilidad ha sido un tema central en la química desde hace mucho tiempo. Abordamos cuestiones sociales como la conservación de recursos, el reciclaje y los bioplásticos, y las combinamos con experimentos prácticos. Para ello, colaboramos estrechamente con el grupo de trabajo de Didáctica de la Química del Prof. Markus Prechtl para traducir contenido innovador en experimentos basados en competencias, que posteriormente probamos y evaluamos. Por ejemplo, en las clases escolares se analiza cómo se pueden producir plásticos a partir de materias primas renovables o cómo se pueden reciclar los envases.
Dr. Thomas Eberle:
Para nosotros, como empresa, este tema también es omnipresente. La química es parte de la solución, no del problema: puede ayudar a reducir el CO₂, a optimizar los procesos y a ahorrar energía. Esto se puede experimentar de forma muy práctica en el laboratorio. Los jóvenes se dan cuenta de que la química está en todas partes: en las baterías, en los medicamentos, en los envases.
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
Y se dan cuenta de que la sostenibilidad no solo suena ecológica, sino que requiere decisiones complejas. También intentamos promover las habilidades de evaluación: la capacidad de evaluar las cosas críticamente. ¿Qué es verdaderamente sostenible y qué es solo una etiqueta? Esta reflexión forma parte de la educación científica actual, tanto como la experimentación misma.

¿Qué papel juegan la digitalización y las nuevas formas de aprendizaje?
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
La digitalización nos acompaña en varios niveles. Por un lado, utilizamos la adquisición digital de datos y iPads en nuestras aulas para demostrar la investigación de vanguardia. Por otro lado, se trata de capacitar a los jóvenes en el manejo de datos: ¿Cómo interpretar los resultados de las mediciones y evaluarlos críticamente? Esto también forma parte de la educación científica básica.
Dr. Thomas Eberle:
Considero este aspecto muy importante. La educación en química está cambiando: ya no se trata solo de aprender datos, sino también de comprender que los hallazgos científicos siempre deben evaluarse. La sostenibilidad, la energía y la electromovilidad no son temas claros. Los jóvenes deben aprender a argumentar, a sopesar las diferencias y a formarse opiniones bien fundadas.
¿Cómo se mide el éxito del Junior Lab?
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
Por supuesto, no es fácil cuantificarlo. Vemos de primera mano el entusiasmo de los estudiantes y sabemos que muchos profesores regresan con regularidad. Algunos estudiantes que han trabajado aquí como tutores luego se convierten en profesores en el laboratorio con sus clases. Es un ciclo maravilloso. En total, unos 2500 estudiantes vienen al laboratorio cada año, la misma cantidad que en biología. Recibimos más solicitudes de las que podemos atender, y eso habla por sí solo.
Dr. Thomas Eberle:
La red que ha surgido aquí es impresionante. Muchos docentes están implementando el concepto en sus escuelas e incluso incorporando visitas a centros de aprendizaje extracurricular en su currículo. Para mí, esta es la mejor prueba de que el Junior Lab está firmemente establecido en el panorama educativo.
¿Qué es lo que a usted personalmente le atrae de introducir a los jóvenes a la química de una manera práctica?
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
Lo mejor es cuando ves que algo conecta con los estudiantes. Los adolescentes escépticos, en particular, florecen repentinamente en el laboratorio, se vuelven curiosos y seguros de sí mismos. Incluso los niños de primaria se emocionan cuando se ponen batas y gafas de seguridad; se sienten como verdaderos investigadores. Estos momentos son los que más me motivan.
Dr. Thomas Eberle:
Me motiva la esperanza de que los jóvenes redescubran temas importantes para la sociedad. Espero que experimenten, creen y cuestionen cosas más allá de la pantalla. Ya hemos cometido suficientes errores como generación; ahora se trata de fomentar una nueva generación responsable que asuma sus responsabilidades.
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
Y para ello necesitamos profesores que faciliten este tipo de experiencias, que tengan el coraje de salir con sus clases y descubrir nuevos lugares de aprendizaje.
Dr. Thomas Eberle:
Exactamente. Y no todos los jóvenes son "adictos a los celulares" ni están desmotivados, como a veces se dice. Hay una cantidad increíble de jóvenes inteligentes y dedicados. Queremos ayudarlos a descubrir su pasión por la ciencia, sin importar si luego se convierten en químicos, ingenieros o artesanos.
Por último, ¿tienes algún experimento personal favorito?
Dra. Andrea-Katharina Schmidt:
(risas) ¡No es tan fácil decirlo! Mi formación es en química orgánica, así que me gustan especialmente las síntesis: reacciones en las que se crea algo nuevo a partir de varias sustancias. Pero experimentos clásicos como el nitrógeno líquido nunca pierden su atractivo. Cuando hacemos helado con él, no solo es divertido para los niños, sino también un maravilloso ejemplo de cómo funciona la química.
Dr. Thomas Eberle:
Creo que momentos como estos son fantásticos. Cuando ves que la ciencia puede ser divertida, creativa y vibrante, entonces lo has hecho todo bien.
Darmstadt habitable
impulsado por MerckMerck se compromete activamente con la creación de una región donde valga la pena vivir. Junto con sus socios, la empresa crea un entorno propicio para el desarrollo de la educación científica, el deporte y las artes. A través de su compromiso con instituciones sociales y proyectos benéficos, Merck contribuye a un mayor sentido de comunidad en Darmstadt.
La colaboración entre Merck y la Universidad Técnica de Darmstadt desempeña un papel fundamental en la educación científica. Juntos, gestionan laboratorios estudiantiles de biología y química. Además, Merck apoya actividades STEM* en escuelas de la región y patrocina numerosos concursos para jóvenes talentos STEM, como "Jugend forscht", la Olimpiada Internacional de Química y el Día de las Matemáticas. Cada año, Merck premia a estudiantes talentosos de Darmstadt y alrededores con el Premio Merck Abitur y ofrece formación para docentes.
*El acrónimo MINT, ahora establecido, representa los campos de las matemáticas, la informática, las ciencias naturales y la tecnología.
Imagen de portada: Estudio fotográfico Eva Speith, Darmstadt.